Primera lectura de Emma Burgos
- Fragmentos de mail enviado a J.
(C. Pablo Lorenzo)
Estimado
amigo J.:
He terminado de leer Emma
Burgos, coincido contigo que se trata de “la obra” de mi viejo, hay en
ella mucho de autoficción, me cuesta poco reconocer los lugares en común, las
conversaciones o situaciones familiares en las que se pueden haber inspirado la
novela, no obstante la heroína tiene una gran carga ficcional y es una evidente
fantasía, su mundo se parece mucho al real pero está trastocado por lo
literario, Carlos mismo da claves sobre eso cuando habla del tema en uno de los
inserts, la misma novela está planteada desde la visión de otro, el plano del
texto del amigo, el plano de Carlos como compilador, el relato mismo de Emma
que el narrador reconoce como excesivamente estético para pertenecer a la voz
de Emma lo que la coloca en una ficcionalidad absoluta, sin embargo, aún a
sabiendas que estamos ante eso, la obra se acerca peligrosamente a una realidad
excesiva por su profundidad en el carácter de los personajes.
Personas más capacitadas que yo hablaban de textos anteriores de Carlos como
pertenecientes al Realismo sucio (Dirty) del cual es un exponente Bukowsky,
pero creo ser objetivo al decir que se trata más bien de un realismo diferente,
fantástico y emocional, cuando se agotan las descripciones para definir la
realidad solo queda el lenguaje poético y la metáfora, en caso de Carlos es el
ahondar en lo emocional, en el efecto que producen los sucesos importantes
sobre la gente.
…
Evitaré hacer mención de los modelos que ha utilizado para construir los
personajes, algunos de los cuales son evidentes para mí, pero no deben serlo
para los demás, y no pecaré de infidente, ni me arriesgaré a mencionar las
hipótesis que quedaron dando vuelta una vez que terminé de leer la novela, por
algo Carlos ha creado estos planos, estos juegos de ficción y realidad, esta
especie de duda que permite su inserción en la fantasía, pero si es necesario
aclarar que los hechos históricos que menciona en una línea temporal estrictas,
efemérides, hechos, libros, etc. fueron los que obsesionaron a mi padre a lo
largo de los años, doy fe de la mayoría de ellos, esas fracciones de sucesos
quedan truncas con su muerte… han pasado muchas más cosas en estos años
posteriores a su muerte que permiten darle la razón a esta especie de visión de
su Argentina, una visión casi exclusiva
de él, Buenos Aires y Córdoba, dos ciudades modélicas, urbanas, cosmopolitas
están descriptas desde su gente y sus costumbres, he caminado con él en ambas,
así como los largos paseos por Madrid, si algo nos unía era esa capacidad de
caminar durante horas por los laberintos urbanos, a veces sin hablar para
respetar nuestras soledades… otra es esa visión contagiosa, nostálgica, casi
poética al tratar de captar las imágenes y hechos que parecen trascendentes, en
mi viejo, todo eso se cuela, se evidencia un cariño especial por sus
personajes, es una visión contagiosa pero fantástica… pero de eso se trata la
literatura, pero no te aburriré con los ecos de Carlos en mi, además no es el
caso.
Lo
que resulta claro es que sabe dónde poner el foco en el relato, su minuciosidad
en todos los ámbitos del texto, trama, núcleos narrativos, elección de términos,
etc... raya la locura, creo que corregí sólo una comilla dada vuelta en cuanto
al resto es impecable.
Hay
varios guiños para entendidos, solo te nombraré dos, el primero es que su
nombre Emma Burgos (EB), es un paralelo casi imposible de soslayar con Emma
Bovary (EB), de “Madame
Bovary” de Gustave
Flauvert, las historias son similares, la psicología del personaje, también, en
el caso de Flauvert es una mujer insatisfecha emocionalmente que fantasea… en
el caso de la novela de Carlos, Emma Burgos se ve inmersa también en una
tragedia ajena a su naturaleza, sin conseguir cortar con su soledad, salvo al
final, donde se le trunca incluso esa posibilidad, en ambas está el peso de los
prejuicios sociales, el estado con sus normas, el poder opresor, la injusticia
como marco a pesar de la diferencia de tiempos y lugares históricos. Otro guiño
no tan preciso e identificable son las escenas eróticas, es un paseo por todos
los tópicos de la literatura erótica,… aunque ahí, mi viejo, algo que me sacó
una sonrisa, lo reconoce al hablar del cliché desde la segunda nota preliminar,
y más adelante hace una alusión al erotismo cuando se refiere a la metáfora
necesaria para elevar la simpleza de las escenas sexuales. En una intromisión
poco objetiva de mi parte creo que es aquí donde, a mi parecer, se permite lo
lúdico, también en el fino humor de algunas partes del texto (ejemplo: Emma
sacándole la lengua al retrato de “la vieja” de Beto, Beto mismo es un
estereotipo casi cómico del argentino tipo). Pero en lo sicalíptico es donde
coincido plenamente con su visión de apertura moral en cuestiones sexuales,
mientras no se obligue, no se fuerce a nadie a hacer algo que no quiera hacer y
la persona está capacitada para decidir, todo está permitido, los límites son
claramente los límites que nos autoimponemos para vivir en sociedad...
Para
dejar de lado el tema del erotismo del cual ya nadie se asusta de una
descripción de una pareja teniendo sexo en ninguno de sus formatos, y en
internet hoy estamos plagados de material pornográfico indescriptible al
alcance de un click, sin embargo hay que destacar que en Emma Burgos resulta
estéticamente lograda la atmósfera y las descripciones, nada resulta sucio con
respecto al sexo y así debería ser, debo confesar que estoy acostumbrado y aún
puedo ver a mi viejo dibujando un pubis pelillo por pelillo, o un pezón en toda
sus gamas de grises, inclinado en su mesa de trabajo, con la minuciosidad y la
concentración de quién está inmerso en una acción que definitivamente le hace
feliz, porque exaltaba y adoraba el cuerpo femenino, la feminidad, el erotismo,
la sensualidad. Me permito dejar en claro que mi visión puede que no sea la
general pues parte de mi adolescencia la pase en el destape español y mi
juventud en el destape argentino ambos productos de la vuelta de la democracia
y estos temas son algo superado, aunque veo bien en hacer un poco de escándalo
para que los pacatos habrán un poco su mente y entiendan que cómo dice la
leyenda al principio de la novela “hay
puntos más obsceno que coger”, traducido al español castizo sería “hay puntos más obsceno que joder”, está clara la
consigna… la obscenidad es la violencia, la injusticia, el abuso de poder…
Si
bien, entre tantas cosas más, “Emma
Burgos” es también un alegato
contra la hipocresía por la brutalidad de las sentencias con respecto a la
interacción social y hay una impiedad contra la estupidez, la obra es sumamente
afectuosa con quienes habitan en ella, piadosa con los seres, incluso aquellos
que parecen no merecerlo, esto se debe a que detrás de la superficie se
encuentra la razón misma del origen de una sociedad transitada por el egoísmo y
las normas que moldean a los hombres, esto no es evidente, no se menciona de
esta manera, se sugiere desde la visión “pura” de Emma, y aquello que se
sugiere es solo alimento para las personas que quieran notarlo o que tengan la
sensibilidad para interpretarlo, si vemos con atención no hay juicios de valor
algo que desangelaría lo escrito, deja que el lector interprete y complete su
visión incluso las metáforas sexuales tienen ese fin de incentivar a la
imaginación (“Imaginación al poder”).
“Argentina es una trampa” me dijo una vez, haces que te confíes
y de repente ‘pum’ te pega una patada, algo de esa complejidad y esa nostalgia
militante es parte del ser nacional, la historia se repite una y otra vez, esa
sensación de ser usado cuando se intenta cambiar algo es lo cotidiano por eso
el desencanto del final, la muerte no es estar bajo tierra es estar rodeado de
gente que te juzga sin tener merito para ello, “será por algo” o “algo
habrán hecho” eran las frases
que se les asignaban a los desaparecidos y los torturados la gente con una
estupidez militante, “el
silencio y la quietud” no es
la muerte sino que lo es la invalidez a la que sumimos nuestro ser interno, la
condición en que nos deja la sociedad después de masticarnos y cagarnos,
dejándonos con una palabra que creo define a los argentinos en toda su esencia:
precariedad… de lo que tú quieras.
El
otro Carlos Lorenzo, el exiliado, el que se menciona en el texto, ese es otro
tema. Se volvió más español con cada día que pasaba allá, primero porque si
volvía lo mataban, y segundo no pudiendo volver porque también amó mucho
Madrid, si hubiese seguido con vida le hubiese escrito a España, indudablemente
tenía la intención de hacerlo, intención que se expresó en la novela, porque
allá construyó la vida que el mismo se forjó, sin embargó al no poder dejar de
amar también a Argentina (a estas alturas tu y yo sabemos que Emma es la
metáfora máxima de la Argentina, alguien que todos disfrutan pero a la que se
termina mutilando) y no pudiendo vivir en ella, se creó esta otra, la de la
novela de Emma que es una copia exacerbada y fantasiosa que creó en su mente,
un mundo tan brutalmente real como es posible imaginarlo. Igual vino a morir
acá… lo sabía, cuando me lo encontré en el Hospital Muñiz, antes que lo
trasladaran a la clínica, antes que llegará Chela de España para verlo, lo vi
en sus ojos… la sala vacía, él estaba en la única cama ocupada en una nave
inmensa, tuve una sensación de desamparo inmensa, el que había sido un gigante
se me rebeló como el niño que fue siempre, asombrado ante la aventura final.
Hablamos de libros le comenté que estaba leyendo “La Divina Comedia”, la tenía ahí conmigo y coincidimos que los
hospitales bien podían estar en uno de los círculos del infierno. Los libros
siempre fueron una tregua entre nosotros. Luego lo vi en la clínica y cuando hablamos
me dijo: “viste que estoy muy
mal”, luego otro traslado al Hospital Fernández, cuando lo fui a ver ya no
estaba, todos los finales se parecen en las tragedias… Tal vez pueda rescatar
algo en mi memoria y revivirlo en el Madrid que compartimos, los momentos
buenos, tal vez.
No
quiero extenderme en el análisis más de lo debido, dejo para mi muchas de las
sensaciones que me produjo la lectura, muy diferentes a las que pueden tener
cualquier otro, tal vez mis hermanos, sus parientes y amigos, o la misma Chela,
puedan compartir esta sensación de encontrarnos en un sitio conocido donde la
empatía se torna afecto y la imagen de esa cabeza blanca y ese rostro
característico de Carlos nos permita entenderlo más allá de las palabras, en su
esencia profunda que se encuentra también en el texto. Pero eso es evidente
incluso para quienes no llegaron a conocerlo porque en definitiva, como tu
decías, J., haciéndote eco de una consigna de la novela, entrando sin
barreras a su mundo literario, todos hemos estado ahí, hemos habitado el mismo
lugar de amor, soledad, lujuria, incomprensión en diferentes grados, todos
somos Emmas o somos sus diferentes amantes, personajes complejos que se vuelven
individuos al sacarnos de encima los estereotipos, ¿podrás comprenderlo? ¿Podrá
alguien entender el mensaje que subyace detrás de la irrealidad de un texto?
Creo que si, que es claro.
A
pesar de las diferencias con mi viejo, el texto me dejó la fuerte sensación de
quedarme con la soledad espantosa de sentir que a mí a papá no lo volveré a ver
más.
…
C. Pablo Lorenzo
Escritor
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